Hay sonidos, aromas, sabores indisolublemente ligados a diferentes etapas de nuestras vidas, esos que cuando aparecen de repente te hacen cerrar los ojos, fruncir el entrecejo e inspirar lentamente en un intento de quedarte un rato más disfrutando ese instante feliz y fugaz.
El olor de las cascaras de naranjas
secas al quemarlas, son para mí el Delorean de Marty McFly, me remontan a
algún lejano primero de agosto en mi niñez, despertaba sintiendo ese aroma, ya
que ese día mamá recorría las habitaciones con un preparado humeante, que
alejaba los males.
Eso pasaba mientras yo asomaba apenas los ojos entre las
cobijas. Un rato después, el mate cocido con leche, galleta o chipacueritos y
mientras por LT 7 comenzaba el micro "Lo charlamos" del Padre Ceschi, no hacía
falta reloj, ya sabía que era la hora de partir abrigadísimo, a cruzar la 3 de
Abril y por Artigas, caminar hasta la escuela 12 Almirante Brown, con suerte lo
encontraría al Nico Alvarez que hacia el mismo camino.
Pero bueno, el tecleo en
la note se disparó inconscientemente lejos de mi objetivo, lo que quería
recordar en realidad es que también el 1 de agosto está la otra costumbre que
los de por allá desparramamos por tantos lugares que imagino no habrá un rincón
de la argentina que no la conozca.
Se acostumbra tomar la caña con ruda para
combatir las pestes que trae agosto y que prendió con ganas. La he visto preparar con
whisky a los mas catés, o el más popular licor de caña. Se mezcla la bebida con algunas hojas de ruda macho. Esta operación deberá realizarse con mucha anticipación,
para obtener una buena mezcla de ingredientes, lo que la hace más efectiva.
Realizada la mezcla, quemar algunas cucharadas de azúcar en una jarrita, hasta
obtener un caramelo. Así caliente se vierte en el recipiente en cantidades que
varían según el color que se quiere del preparado. Cuanto más caramelo se
agregue, más oscura será la caña con ruda. Y ya está lista.
Para disimular el
amargo algunos le agregan algunas cascaritas de naranjas. De ahí en más, a dejar
“madurar”, dicen que cuanto mas tiempo mejor, así resulta más agradable al
paladar.
¡Y cuando llega el 1 de agosto, ahí si, encajale catú tres sorbitos y listo... omanó las pestes!
Que si espanta al coronavirus?... ah,
bueno chamigo, eso sí que yo no sé!